miércoles, 27 de junio de 2012

¿Vale distinto un minuto si viajo en bus que si viajo en auto?



Es muy interesante esta columna:
http://www.governing.com/columns/eco-engines/Traveling-At-Good-Speed.html

En ella, el autor plantea algo muy interesante, un fenómeno bien conocido entre los que trabajan en temas relacionados con el transporte.

Él plantea que dependiendo del modo y la forma en que realiza su viaje al trabajo, su valoración del tiempo es distinta.

La semana pasada tuvimos una discusión sobre algo similar. Estábamos conversando sobre cuánto estaría dispuesto a pagar cada uno por usar una ciclovía.

Las respuestas variaban desde "no viajaría en trabajo en bicicleta", pasando por "no pagaría nada, ya que viajaría en bicicleta para ahorrar en transporte" hasta alguien que decía que estaría dispuesto a pagar lo mismo que paga actualmente por el metro, aunque su viaje demoraría más.

Esto plantea un tema relevante que no consideramos actualmente en la evaluación social de proyectos en el marco del Sistema Nacional de Inversiones. El tiempo de viaje no es constante.

Obviamente, no vale lo mismo para cada persona. A veces se considera que no vale lo mismo para cada modo. Pero lo que estamos planteando acá es que ni siquiera para la misma persona vale lo mismo.

Por ejemplo, una persona puede valorar el auto más que otros modos, por la comodidad, la privacidad, etc. Entonces, debido a esta utilidad intrínsica que tiene el auto, puede ser que la persona valoraría su tiempo menos (es decir, le molestaría menos) un minuto en auto que en bus.

O puede ocurrir lo contrario. Quizás la persona en el bus aprovecha para leer, estudiar, dormir, cosa que no puede hacer en el auto, por lo que la utilidad del bus que no tiene el auto hace que el valor del tiempo en estos modos sea distinto.

Y esto se puede extender también para la caminata, la bicicleta (uno hace ejercicio, se ahorra lo que paga en gimnasio, etc.).

Y qué decir diferenciar entre el tiempo de viaje y el de espera (a una persona le molesta más estar esperando en el paradero que estar viajando, o le molesta más estar parado en un taco que recorrer una distancia mayor pero en movimiento).

Todo esto suena razonable e intuitivo. Si bien es complicado, existen formas de considerar algunas de estas variaciones en la evaluación de proyectos.

Pero lo que se debe tener en cuenta, como dice en la columna citada, es que la valoración que hace cada persona de su viaje es algo totalmente subjetivo, por lo que si los policymakers quieren incentivar el uso de un modo de transporte por sobre otro, debe considerar estas distintas valoraciones, explotando estas diferencias.Por ejemplo, sería razonable una campaña que fomente el transporte público en desmedro del automóvil destacando sus bondades (posibilidad de leer en el bus, de dormir, etc.).

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