Hace un tiempo atrás la prensa publicó la recuperación de
un espacio público en New York, denominado High Line, entre Greenwich Village y
Chelsea, en Manhattan. El proyecto se enmarca dentro de un programa de
re-utilización del suelo (tipo Soho) en la ciudad y trata de la recuperación de
la antigua vía férrea del tren entre una antigua zona de estiba de carne y
otras áreas de la ciudad y periféricas. Además de preguntarnos por qué este
tipo de iniciativa no es más frecuente en Santiago y otras ciudades de Chile
(de lo que recuerdo, en las últimas décadas lo más llamativo es el ejemplo de la zona de Pío
Nono), surge el interrogante si no podría aplicarse el mismo modelo a ciertas
intervenciones con impacto negativo. Este es el caso de las líneas elevadas de
Metro, que evidentemente afectan negativamente el atributo “vista panorámica” de
las viviendas. No obstante, si fueran “decoradas” con algún tipo de ornamento
(plantas, árboles, pinturas, otros), tal vez ese impacto negativo sea revertido
e incluso más, genere un valor neto positivo. Incluso más y salvando las
distancias, la recuperación del parque aéreo “High Line” ha generado un fuerte
impulso en el desarrollo del sector inmobiliario, por lo que – más allá de
otras consideraciones – es la consecuencia natural del