Hace un tiempo atrás la prensa publicó la recuperación de
un espacio público en New York, denominado High Line, entre Greenwich Village y
Chelsea, en Manhattan. El proyecto se enmarca dentro de un programa de
re-utilización del suelo (tipo Soho) en la ciudad y trata de la recuperación de
la antigua vía férrea del tren entre una antigua zona de estiba de carne y
otras áreas de la ciudad y periféricas. Además de preguntarnos por qué este
tipo de iniciativa no es más frecuente en Santiago y otras ciudades de Chile
(de lo que recuerdo, en las últimas décadas lo más llamativo es el ejemplo de la zona de Pío
Nono), surge el interrogante si no podría aplicarse el mismo modelo a ciertas
intervenciones con impacto negativo. Este es el caso de las líneas elevadas de
Metro, que evidentemente afectan negativamente el atributo “vista panorámica” de
las viviendas. No obstante, si fueran “decoradas” con algún tipo de ornamento
(plantas, árboles, pinturas, otros), tal vez ese impacto negativo sea revertido
e incluso más, genere un valor neto positivo. Incluso más y salvando las
distancias, la recuperación del parque aéreo “High Line” ha generado un fuerte
impulso en el desarrollo del sector inmobiliario, por lo que – más allá de
otras consideraciones – es la consecuencia natural del aumento del precio del
suelo por valoración positiva de los cambios en uno de los atributos de la
función de precios hedónicos de los inmuebles.
Es claro que la construcción de nuevas líneas de Metro
genera un efecto neto positivo sobre el precio de los inmuebles, al
internalizar los beneficios derivados del transporte. Entonces, por qué no
implementar, aunque en forma inicialmente experimental, este tipo de medidas de
mejoramiento del entorno de las líneas elevadas? Desde ya y hasta probar la
efectiva existencia de estos beneficios potenciales, un criterio conservador
indica que inicialmente debería usarse un tipo de ornamentación de bajo costo
de inversión, operación y mantenimiento. Sin ser un experto en la materia, por
ejemplo el proyecto podría apelar al uso de especies vegetales o arbóreas
autóctonas, adaptadas ya al clima y condiciones ambientales de la ciudad. Y con
el tiempo, revisar el efecto de tales medidas para continuarlas, mejorarlas o
simplemente eliminarlas.
Pendiente para otra columna queda el análisis de los
modelos de captura de valor a los cuales la obra pública pudiera apelar para
financiar este tipo de iniciativa. Es común la aplicación en otros países de
sistemas de “cobros por mejoras”, en el cual sector público y privado “se van a
medias con los beneficios”, lo que les permite generar fuentes de
financiamiento específicas para ejecutar cierto tipo de obras.
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