Personalmente, no estoy de acuerdo con subsidiar el uso del
automóvil. Creo que no se debe eliminar el impuesto específico al combustible,
que debe haber una tarificación vial eficiente que haga que cada automovilista
pague por las externalidades que produce y debe priorizarse el transporte
público y los modos no motorizados.
Sin embargo, hay que considerar que el elevadísimo costo
estimado para las obras de este proyecto no se debe al proyecto de transporte
propiamente tal, sino al rechazo de los vecinos del sector de tener una
autopista urbana por superficie y a su exigencia de contar con una
infraestructura subterránea y una solución que involucre numerosos elementos
urbanísticos.
Por esto, creo que el subsidio requerido para este proyecto
no es realmente un subsidio al automóvil, sino un subsidio a estos vecinos, a
las comunas y a la ciudad de Santiago en general, ya que este subsidio es requerido únicamente
para cumplir con estas exigencias de los ciudadanos, y de alguna forma refleja
la disposición a pagar de la sociedad por contar con una solución de calidad,
con una buena relación con el entorno, a los problemas de transporte de la
ciudad.
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