lunes, 23 de julio de 2012

¿En qué gastas tu tiempo?



Quiero hacer un par de reflexiones sobre el valor del tiempo y cómo se usa en la evaluación de proyectos.

En Chile, actualmente se utiliza un único valor del tiempo. Si estamos hablando de transporte urbano, ese valor es único independiente del modo de transporte, la edad de la persona, su nivel socioeconómico, ingreso, etc.

Generalmente se argumenta que esto no es correcto, ya que una persona con ingresos mayores valorará más su tiempo, y este efecto se debiera reflejar en la evaluación.

Los detractores de esta forma de pensar argumentan que, si fuera así, sólo se haría proyectos que beneficien a pasajeros de altos ingresos, ya que serían más rentables dado que su tiempo se valora más.
La respuesta a este argumento suele ser que efectivamente es así, pero que la evaluación de proyectos no es una herramienta redistributiva y que cualquier consideración de ese tipo debiera hacerse en otro contexto fuera del de la evaluación.

Hay otra consideración con respecto al valor del tiempo. Normalmente se considera como beneficio de un proyecto el ahorro de tiempo independiente del tamaño de este ahorro.

Si hay un proyecto que le ahorra 5 segundos a 6 millones de personas, se valora igual que un proyecto que le ahorra 5 minutos a 100.000 personas. Sin embargo, probablemente las 100.000 personas estarían muy contentas con ahorrarse esos 5 minutos, mientras que los 6 millones de personas que se ahorraron 5 segundos ni se dieron cuenta.
Generalmente, la gente en el rubro del transporte argumenta que no debe considerarse como beneficio un ahorro insignificante de tiempo, por más que afecte a un número elevado de pasajeros. En cambio, los economistas argumentan que el tiempo es un recurso y que sin importar la magnitud un ahorro de tiempo es un ahorro de tiempo y debe considerarse como un beneficio del proyecto.

Yo quiero proponer un enfoque que explica esta visión de considerar ahorros de tiempo sin importar su magnitud y a la vez argumenta a favor de tener un único valor del tiempo sin consideraciones sociales ni económicas, sin asignarle a la evaluación de proyectos un rol redistributivo.

Normalmente se piensa en el tiempo como algo por lo que uno está dispuesto a pagar (una muestra clara de ello es el clásico dicho de “el tiempo es oro”). Por esto, se puede argumentar que el tiempo de las personas de mayores ingresos vale más. Por esta misma razón podemos decir que no sirve un proyecto como el del ejemplo anterior, que ahorre cinco segundos a todos los habitantes de una ciudad, ya que nadie estaría dispuesto a pagar por esto.

Esto cambia considerablemente si vemos al tiempo como un recurso que tiene la sociedad, y no como un recurso de cada persona individualmente (recurso por el que se puede calcular una disposición al pago).
Si toda la sociedad dispone de una cierta cantidad de tiempo, la sociedad le puede asignar un valor fijo a eso independiente de quién se lo ahorre, por lo que sería correcto contar con un único valor del tiempo.
Esto también es un argumento a favor de considerar un ahorro de tiempo de 5 segundos por persona, ya que, si bien la persona no valoraría ese tiempo (no lo notaría), se deja de consumir un recurso de la sociedad que, de manera agregada para todos los habitantes, conforma una cantidad no despreciable.

De esta forma, se estaría viendo al tiempo como un recurso de la sociedad en su conjunto. Si al evaluar, cuando un proyecto ahorra una determinada cantidad de dinero, no importa quién lo ahorra, lo relevante es que se ahorró dicha cantidad. Lo mismo ocurre cuando se reduce el riesgo de accidentes, lo que genera un menor número de lesionados y heridos. No pensamos en quién no se accidentó, sino que lo relevante es que se ahorró en accidentes.

Por lo tanto, si en lugar de considerar al tiempo como un recurso individual por el que la gente manifiesta una cierta disposición al pago lo vemos como un recurso de la sociedad en su conjunto, podemos entender estos dos conceptos, argumentando a favor de un único valor del tiempo para toda la sociedad y a favor de considerar un ahorro de tiempo como tal independiente de su magnitud.

Bajo este punto de vista, estoy diciendo que los tiempos de cada uno de nosotros conforman el recurso de tiempo de la sociedad, y que si yo me ahorro un minuto de viaje, toda la sociedad está ganando, lo que nos debería llevar a pensar muy bien en qué usamos nuestro tiempo, motivándonos a utilizarlo en algo con lo que toda la sociedad gane.

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